Se trata de un clásico que se da por diversas circunstancias y que suele desembocar en el mismo resultado: pérdidas para la empresa. Normalmente, la empresa posterga un despido de alguien que claramente no funciona por alguna de estas causas:
–Es muy caro despedirlo por la cantidad de tiempo que lleva en la empresa: cada día que pasa, más caro saldrá, y más consecuencias pueden arrastrarse; esta bola sólo tenderá a crecer.
-No se le puede sustituir tan fácilmente, por el puesto que ocupa: cuanto más tiempo dejes en sus manos algo que nadie más puede o sabe hacer, de mayores dimensiones podrán ser las consecuencias. Saldrá más a cuenta que inviertas tu tiempo o tu dinero en seleccionar rápidamente a quien pueda ocupar ese lugar.
-Se espera que cambie la situación: antes de un despido, siempre aconsejamos abordar la vía de la reconducción, especialmente si era una persona que anteriormente funcionaba bien (analizar qué es lo que falla, qué está pasando y por qué, y en función de eso poner soluciones con la colaboración del trabajador/a); puedes leer más sobre ello haciendo click aquí ; si ya se ha intentado reconducir sin éxito, se trata de la crónica de una muerte anunciada, en la que cada día que pasa incrementan los gastos que va a conllevar, aumenta el riesgo de que ocurran negligencias o errores que salpiquen a los clientes, que personas del equipo se quemen, etc. No vale la pena esperar un día más.
-Lleva muchos años en la empresa y ya le queda poco para jubilarse: ¿Cuánto es “poco”? Si estamos hablando de unos meses, puede que en este caso sí sea inteligente postergar un despido, pero no cuadraría mucho que haya estado tantos años funcionado y de repente deje de funcionar a poco de su jubilación; normalmente quien ha funcionado tantos años, suele funcionar hasta el final, salvo casos de fuerza mayor. Así que es más probable que ya no funcionara demasiado desde hace tiempo, pero se hizo la vista gorda, y ojo con esto. En cualquier caso, si se da esta situación de que le quedan meses para jubilarse, lo mejor será asignarle tareas de la menor responsabilidad posible y que impliquen lo menos directamente posible a los clientes de la empresa. Si queda más de 1 año para jubilarse, sería importante calcular los posibles perjuicios de mantener a esta persona, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo, a todos los niveles posible. Una vez hecho el cálculo, sólo hay que valorar qué pesa más para tomar la mejor decisión para la empresa.
-El trabajador tiene “blindado” su puesto de trabajo, ya sea por reducción de jornada por guarda legal, ser delegado/a de sindicato, o cualquier otra condición que haga que el despido no sea legal: en este caso, la empresa lo tiene más complicado, a menos que las causas que motivan el despido sean de suficiente peso y contundencia como para ejecutarlo; aconsejamos consultar al abogado que se tenga para este tipo de asuntos y dejar asesorarse sobre la mejor decisión.
-No sabes cómo afrontar este mal trago de despedir: no hay por qué pasar por semejante mal trago. Una cosa es que el despido sea necesario, y otra muy distinta que lo tenga que hacer el propio empresario, aunque la empresa sea pequeña. Además si se hace mal, puede recaer en conflictos o demandas innecesarias que se pueden evitar. En Grupo Kairos tenemos nuestro servicio de Apoyo al Despido en varias modalidades para que la empresa no tenga dolores de cabeza evitables. No sólo estamos acostumbrados a este tipo de comunicaciones, sino que sabemos hacerlo de manera profesional y respetuosa para evitar generar un conflicto no necesario. Y como nosotros, otros profesionales ofrecen el servicio, por lo que ya no hay necesidad de postergar por este motivo.
Postergar un despido puede tener consecuencias muy graves para la empresa, al margen del motivo por el que posterguemos. Se podrán resentir de manera directa o indirecta clientes, posibles clientes que ya nunca nos lleguen, equipos enteros que se contagien de malas praxis porque no haya consecuencias al respecto, o que acaben tan quemados que sea muy difícil volver atrás; eso se acabará convirtiendo en absentismo y baja productividad, como poco, con todos sus costes asociados. Y todo ello conlleva una repercusión económica muy seria a la empresa, y probablemente bastante superior al coste que supone el despido de la persona en cuestión, por mucho que no sea el momento o que parezca muy caro. Si contabilizas las consecuencias y las traduces en términos económicos (aunque sea una estimación), tal vez decidas dejar de postergar ese despido y ponerte manos a la obra a la de ya. Para algunas cosas, aplica muy bien ese dicho según el cual “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
Te recordamos que uno de los servicios que realizamos en Grupo Kairos es precisamente el de Apoyo al Despido, así que si lo necesitas, no dudes en contactarnos y te informaremos sin compromiso.