Muchas veces no es cuestión de ser de una manera o de otra. Todas las habilidades que caracterizan a un buen líder se pueden entrenar y mejorar constantemente. Ciertamente, habrá quien cuente con ciertas habilidades o competencias de manera natural, y le será mucho más fácil conseguir ciertos resultados con menos esfuerzo, y habrá quien tenga que entrenar un poco más. Pero esto es lo de siempre… Cuando ya tienes algo interiorizado, lo haces sin ser consciente de ello, y mientras lo aprendes debes poner todo tu foco, hasta que lo interiorices; en temas de liderazgo, es ideal empezar a gestionar personas con esas competencias incorporadas, pero quien no las tiene de inicio, las puede adquirir sin duda.
A pesar de nuestra defensa de que a gestionar personas se puede aprender, bien es cierto que para ser un verdadero líder, el entrenamiento debe ser mucho más profundo que un entrenamiento conductual; debemos partir de un sistema de creencias sobre las personas que sea coherente con el hecho de que no sólo nos obedezcan, sino que nos sean recíprocos a la hora de confiar en nosotros y seguir nuestros pasos de manera natural. Tratar de ser líder con un sistema de creencias basado en que las personas son interesadas por naturaleza, que nos van a intentar engañar o que seguramente no responderán como queremos en un momento crítico que los necesitemos, hará que nunca se obtengan los resultados deseados.
Podemos saber y estudiar todo lo relacionado con la gestión de personas, aprendernos todo lo que queramos, pero si nuestras creencias más profundas dicen lo contrario, no conseguiremos nunca ser los líderes que queremos ser. El líder no solamente muestra características atractivas de puertas para fuera, no: lo verdaderamente atrayente del líder es que “es” atractivo de manera natural, y por eso tiene ese magnetismo, porque no es forzado, le sale de dentro.
Así pues, si lo que queremos es gestionar personas bajo un modelo de verdadero liderazgo, deberemos trabajar sobre nuestras propias creencias primero, y ver si dichas creencias son potenciadoras o limitantes.
Si la base del liderazgo en las empresas reside en las creencias que tenemos acerca de los trabajadores (y en realidad de las personas en general), es lógico pensar que nuestro comportamiento será coherente con esas creencias. Si pensamos que un trabajador nos intentará tomar el pelo a la primera de cambio, actuaremos siempre de manera suspicaz y jamás confiaremos, comportamiento que no nos va a beneficiar. Si las personas nos importan poco, no será posible mostrar un interés sincero hacia ellas y, por mucho que sepamos que una correcta gestión de personas implica interesarnos sinceramente por ellas, no lograremos manifestar realmente ese comportamiento; Es como quien se pone a bailar sevillanas con perfecta ejecución de los pasos pero frío en sentimiento, no arrancará grandes aplausos del público por muy perfectos que sean los movimientos.
Tener interiorizadas las creencias adecuadas para ser líder en un equipo, implica contar con una serie de características internas que nos llevan casi necesariamente a ser grandes como persona.
Y es que la verdad es que para ser un gran líder, primero hay que ser una gran persona.
-Aryán Puerta –
Kairos Grupo 100% recomendado: ayudó a mi empresa a mejorar la relacion entre los trabajadores y mi relacion con ello, gracias a ello no tuvimos que despedir a nadie y las plantillas estan aumentandl una rentabilidad de facturacion del 20% respecto al mes pasado, y esperamos fuplificar esa cifra hasta final del año. Son muy buenos y saben como llegar a sacar el maximo rendimiento de cada uno de los empleados Gracias chicos, os recomendare a todos!!!!